Entre dulces aromas orientales y colores relajantes, se encontraba el maestro meditando largas horas. Durante la meditación, le interrumpió el aprendiz diciéndole:
— ¡Maestro! ¡Maestro! ¿Por qué la vida es tan sufrida? ¿Por qué las horas son tan rápidas?
El maestro dejó por un momento la meditación, cogió de los brazos al aprendiz y le dijo:
— Hijo mío, las horas son simples momentos... y la vida no es sufrida, hijo mío, es simplemente como quieras verla, es un sutil aprendizaje.
-EL POETA INCOMPRENDIDO-
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